Hace semanas comencé a escribir unas palabras que, con total certeza, han sido las palabras que más me ha costado escribir en mucho tiempo. Y no porque no tenga nada que decir, todo lo contrario, sino por la responsabilidad de encontrar las palabras que mejor definan y hagan justicia a una persona que siempre ocupará un lugar muy importante en mis recuerdos.
Escribir desde el corazón no es fácil, sobre todo después de escuchar las palabras tan bien hiladas y con su natural mesura que su amigo D. Donacio Cejas le dedicó. También su hija Reyes, quien usando el “siete”, dio siete merecidos agradecimientos a quienes allí concurrimos. Es muy difícil realizar un agradecimiento y que todos se sientan mentados; ella lo consiguió. Mis felicitaciones por la gran familia que has formado como una viña bien podada en perfecto equilibrio.
El pasado miércoles 27 de noviembre de 2024, el municipio de La Frontera rindió homenaje a uno de sus vecinos más ilustres. Exalcalde, padre, hermano, abuelo, emprendedor, viticultor, y otras tantas condiciones, actitudes y aptitudes, porque Don Cayo era todo eso y más.
Quienes tuvimos la suerte de conocerlo, disfrutamos tanto de su conocimiento, de su amor por su tierra y su gente, así como de su pasión por lo público. Don Cayo fue de esos servidores públicos natos que engrandecen lo que significa trabajar por y para los demás a costa de su sacrificio personal y familiar.
Su impronta la dejó en tantos aspectos, administraciones y lugares, que no podríamos hablar de la Cooperativa Frontera, de la Denominación de Origen de Vinos de El Hierro, del Ayuntamiento de La Frontera, de la Comunidad de Aguas de La Frontera o de otras tantas entidades, sin mencionar su nombre para ser fieles a la historia.
La grandeza e influencia de su personalidad y su trascendencia solo pueden ser entendidas si se conoce a la persona, aunque por desgracia muchos no comprenden el valor que tuvo para tantos otros, probablemente por esa máxima de que nadie es profeta en su tierra. Por ello, con este reconocimiento de otorgarle una calle en su pueblo, algo de justicia se hace con un hijo ilustre ya no solo de Frontera, sino de todo El Hierro.
Don Cayo Armas fue una mente inquieta desde su juventud, una persona que entendió que en la crisis estaba la oportunidad. Una de las anécdotas que mejor reflejan su personalidad y que me encantaba escuchar cada vez que me la contaba, era cuando de joven cogió el excedente de duraznos que tenía, se embarcó a Gran Canaria sin tan siquiera saber cómo llegar hasta allí, los vendió, y con el dinero que obtuvo compró mercancía para su tienda de Las Lapas, tienda que con tanto cariño añoramos quienes fuimos a comprar tantas veces de pequeños. ¿Se imaginan hoy a un muchacho de apenas 12 años viajar solo para vender duraznos a un lugar al que nunca ha ido?
Su visión sirvió para que muchas personas que vinieron después de él tuviesen oportunidades. Solo con su entusiasmo consiguió la unión de un grupo de personas para acometer la obra de abrir un pozo en la zona de La Frontera, o para crear una de las primeras Denominaciones de Origen de Vinos de Canarias.
Visionario como pocos, entendió que solo de la cooperación podría lograrse el desarrollo en una isla con tantas posibilidades pero a la vez con tantas limitaciones. La Cooperativa del Campo de La Frontera fue el empeño de alguien que comprendía que con la unión de los agricultores, El Golfo podía convertirse en el vergel que alumbraba ser, gracias también a la iniciativa privada para conseguir agua en la zona.
No hay día que pase que no le echemos de menos. Estoy seguro de que todos, en cada una de las facetas que le conocimos, le extrañamos, porque solo el tiempo y la distancia de su pérdida nos han dado la certeza de saber cuan grande fue.
Ya no quedan personas de palabra, políticos que honren lo público o ciudadanos cívicos y decididos. Por eso, que una calle lleve su nombre no solo es un homenaje a su memoria, sino un recordatorio de los valores que encarnó y que hoy nos inspiran a seguir su ejemplo.